Tiempo de silencio no es solo el nombre de una novela española.
Para según qué cosas y casos, el silencio es el último grito –paradójicamente.
Últimamente reina un silencio sepulcral en virtud de determinadas
informaciones, decisiones y acontecimientos, lo que me lleva a pensar en que
este estado de ausencia de sonidos es la práctica habitual del momento.
El silencio es de las cosas que más me llaman la atención. Imaginemos
un paraje despoblado donde domine el silencio. Probablemente, la ausencia de
sonidos pueda transmitirnos sensaciones que solo existan en nuestra mente:
inquietud, preocupación, miedo, obsesión, incluso frío.
Hay silencios que pesan más que insultos, vejaciones e
improperios. Hay silencios que calumnian. Hay silencios que amenazan, silencios
que acusan, silencios que desenmascaran, silencios que vejan, silencios que apestan.
Hay silencios cómplices. Malditos y miserables silencios. El silencio impuesto
coarta la libertad, asfixia la inteligencia y deforma las mentes más débiles.
Cuando el silencio viene de arriba, infunde perjuicios en las cabezas
pensantes, pues la batalla interna está
asegurada entre el “sí” y el “no”, entre el “poder” y el “deber”. Los que
logran abrir la boca –y sus mentes- no siempre son vistos con buenos ojos por
los adalides del silencio, más serán lo suficientemente valientes para mirar
hacia delante y estarán satisfechos con la decisión tomada.
Este ejercicio no es nada difícil: imaginemos una sociedad
que calla ante los abusos, la corrupción, las violaciones, los asesinatos, la
mala educación y otros despropósitos. ¿Qué ocurrirá si guardamos silencio ante
tales hechos? Si siguen cerrándose medios de comunicación, si siguen despidiendo
periodistas y la información se adultera tal y como se está haciendo en estos
momentos, no habrá voz que calle al silencio.
No obstante, dar una callada por respuesta es a veces la
mejor opción. No contestar a quien no lo merece, no hablar con quien no está
dispuesto a escuchar la otra versión de los hechos, no regalarle los oídos a la
persona narcisista y ególatra que trata de llamar la atención con provocaciones
es lo más responsable, la respuesta más certera, la más difícil de todas.
Chitón.
Me ha gustado mucho tu entrada!!
ResponderEliminarEfectivamente, a veces el silencio es una buena respuesta!!
Me suscribo, un beso
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