viernes, 15 de junio de 2012

LAURITA QUIERE TRABAJAR


A menudo pensamos en las personas discapacitadas. Sí, a menudo. Al menos, así lo hacen quienes mueven los hilos del entramado social en que nos alojamos. De vez en cuando, casi de forma anecdótica, algún que otro ente administrativo sorprende al ciudadano de a pie anunciando a bombo y platillo que ciertas personas con discapacidad pueden desempeñar tareas laborales remuneradas. Es decir, que hay algunos discapacitados que pueden trabajar, para que quede clarito.

Al hilo de este comentario se nos viene a la mente, probablemente, el actor Pablo Pineda, un joven que ha dado muchas lecciones a la vida con poquísimos años. No obstante, hay muchas personas anónimas que, al igual que Pablo, se sienten capaces y pueden ser autónomos, independientes y, en definitiva, libres. Es una pena que lo de Pablo sea una excepción, con la de personas discapacitadas que tenemos a nuestro alrededor y que saben que pueden dar algo a cambio a la sociedad.

El motivo del presente artículo no es otro que hacerles llegar una situación personal de una persona muy cercana y querida. Se trata de una joven pileña Síndrome de Down que tiene diecinueve años: Laureana Moreno. Laurita. Le gusta salir con sus amigos, se viste a la moda, quiere y hace reír a sus familiares siempre que puede, aunque hay veces en que muestra su carácter y se opone a según qué cosas. Entre sus debilidades está el dar cariño a raudales a su ejemplar hermana y sus abuelos. Va y viene al instituto y nos cuenta lo que hace y nos comenta quién le hace tilín. Repito, tiene diecinueve años, y la única característica que la distingue del resto es la Trisomía 21, el Síndrome de Down.

Pero para Laurita esto no es del todo un problema; ella aspira a ser algo más que una joven discapacitada. Tiene inquietudes, muchas inquietudes. Es lista, responsable, honesta, cariñosa y fiel a sus principios. Desde que la conozco ha mostrado un gran interés por aprender de todo cuanto tiene a su alrededor y gracias a que su entorno familiar no ha reparado en esfuerzos para ayudarla desde el día en que nació, ella es una más. Sí, plenamente. Una más.

Laureana tiene plena consciencia de sus limitaciones, pero también demuestra con clarividencia la necesidad de estar ocupada, de ayudar a los demás, de tener una responsabilidad más allá de las tareas escolares que poco le motivan, pues hace años las viene haciendo con total normalidad. Pero hay un problema: a sus casi veinte años, está a punto de abandonar la Educación Secundaria y sus padres, angustiados, me transmiten la incertidumbre acerca de sus ocupaciones a partir de pocas semanas. En septiembre no habrá ningún instituto público que la acoja y Laurita insiste en que puede hacer algo más que estar en un Centro de Discapacitados. Ella se siente útil de cara a esta sociedad y se lo muestra constantemente a sus padres, por lo que podemos imaginarnos cómo han de sentirse. En la integración laboral es en lo único que no pueden ayudarla, por más que lo intentan.

¿De qué manera podemos ayudarla? ¿Quién puede ofrecerle un empleo, con la situación actual? ¿Qué opciones puede tener esta joven? Hay muchas interrogantes y sin duda hay muchos agujeros en materia de integración laboral para discapacitados como ella. Sería tan reconfortante que alguien se hiciera eco de estos ruegos y la tuvieran en cuenta…

Un beso, Laurita. Ojalá consigas tus propósitos. 

2 comentarios:

  1. Espero que Laurita vea satisfechas sus inquietudes y pueda seguir una vida normal siendo útil a la sociedad laboral, porque en lo que se refiere a la sociedad en general, ya nos está dando toda una lección a todos. Un beso Laurita.

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  2. suerte para Laurita
    un muy hermoso post, Eloísa
    saludos blogueros

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