martes, 22 de mayo de 2012

LA OPERACIÓN BIKINI

Vaya diíta llevo... Desde luego, hay días que borraría del mapa, del calendario o de donde sea, con tal de no volver a recordarlos. Lo malo es que aunque los elimine, esos momentos que he vivido, probablemente volverán a sacudir algún rincón de mi cabecita. Hoy he caído en la cuenta de que se me ha olvidado ponerme con eso de la "operación bikini". ¿A quién se le ocurrió ese sacrilegio? ¿Qué mente cínica e impía osó a ponernos por delante aquello de "prepararse para el verano"? ¡Qué maldad!
Entre otras cosas, el día ha sido nefasto no solo porque he esquivado dos perros kamikazes por la autovía y me he saltado un radar -con el consecuente perjuicio económico que supone-, sino que me he visto en la "necesidad" de enfundarme en un bikini.
Llega la romería del Rocío y ni cortos ni perezosos nos quitamos de en medio, este año nos olvidamos de polvo, de camino y de volantes y huimos a la playa. Como no sé dónde demonios ha ido a parar mi bolsa de bikinis de temporadas anteriores me he pasado esta mañana por una tienda del grupo Inditex, a ver qué me podía llevar a casa.
Y, efectivamente, ahí está el quid de la cuestión. El bikini. Ese conjunto de dos prendas minúsculas. Para el verano, para la playa, para la piscina. Los más trendys son de colores flúor, acid pastel, otros mezclan el estilo marinero con motivos florales, rayas y lunares. Para las partes de arriba, triunfa el bandeau, las braguitas son diminutas y las más in llevan peplum, un vistoso volantito para disimular... no sé qué, porque en faldas y blusas pueden disimular caderas y abdomen grueso, pero en una mini braguita poca cosa se oculta. Señor Amancio Ortega: lo ha vuelto a conseguir, gracias a sus acciones de marketing ha vuelto a cautivarme con sus propuestas veraniegas. Los bikinis son fantásticos, preciosos, de verdad se lo digo. Es usted un genio. No hay quien se resista a los caza tendencias que tiene usted por las pasarelas del mundo, ellos sí que saben hacernos llegar a las masas los dictados del Káiser y cuatro estrellas similares. ¡Ah! Ya lo sé, ¡la culpa de todo es de Elle, Vogue, Telva y compañía...!


No obstante, mis expectativas se tiñen de gris oscuro casi negro. Así, de repente. Y se me viene a la cabeza la siguiente frase:


"Señorita dependienta de Calzedonia, a ver, le iba a preguntar yo: ¿tienen ustedes burkas de baño, de esos que secan rápidos? ¿Podrían traerme uno? ¿Que por qué? ¡Pues porque se me olvidó hacer la "operación bikini!"

Dicen que el invierno ha sido largo, pero yo no he encontrado ni un sólo momento para ir al gimnasio, para hacer sentadillas, pesas, abdominales, más pesas, yoga, pilates, fitness, aerobic, step, ciclismo, senderismo ni natación. Yo de lo que me he acordado es de lo buenas que están las patatas fritas, la tortilla de patatas de mi madre (es recordarla y hasta la huelo), de las gomitas y del chocolate. Sobre todo la culpa es del chocolate, esa droga legal, ese néctar... no puedo vivir sin él. Ni poniéndome el bikini por delante lo puedo dejar pasar. Ni viendo esa vaca lila de la tableta de Milka -qué poco subliminales son, por cierto-  me he acordado durante el invierno de la operación bikini. A propósito del chocolate, a veces me escondo para comérmelo dentro de la despensa, para que mi madre no me diga: "¿ya estás con el chocolatitoooo?"... ¡Como si comiéndomelo a escondidas no engordara!  

Es cíclico, sí, todos los años hay verano, pero este año parece que todo el mundo a mi alrededor está por la labor de tener mejor aspecto y yo me he quedado en mi mundo, como siempre. Se acerca la hora de la verdad, ese fatídico día en que me tenga que poner un bikini... Y hoy he vuelto a vivir ese momento que es entrar en un probador estrecho con cortinas que no cierran al completo y te dejan en cueros en medio de una tienda con desconocidos que van y vienen a probarse. Con esas luces fluorescentes, impías, desfavorecedoras, desagradables. Con sus pelusas arrinconadas, testigos de planos cenitales de partes desnudas de cuerpos anónimos que las pisotean a la primera de cambio. 

¡Qué fastidio! Mejor no me lo pruebo, me lo llevo a casa y allí veré... Definitivamente, se me ha olvidado hacer la "operación bikini", no he tomado precauciones y no pienso llevarme un mes tomando puré de calabacines y espárragos para disipar ese michelín que tanto me ha costado engordar. Tampoco es plan de ponerse a hacer deporte con el calor que viene ahora, porque total, seré sincera, yo no voy a posar por la playa en plan Anita Obregón para la revista "¡Hola!" ni me van a hacer sesiones de fotografías como a las aristócratas y celebrities a bordo de un lujoso yate. Tampoco tengo necesidad de eso, yo me conformo con lo que me he buscado, ni más ni menos. Y con la de problemas y sinsabores que nos da esta vida todos los días... ¿por qué tengo yo que evitar ese homenaje tan barato y mundano como es devorar un poco de chocolate?

Cosas de la vida... 

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