miércoles, 29 de junio de 2011

Malditas sean

Puntuales a su cita, cada año, cuando el calor aprieta sucede una cosa escabrosa que me retuerce el alma y me sacude las entrañas. Desde la zona más abstracta e intangible de mi mente hasta el último poro de mi piel se ve totalmente angustiado, asustado y asqueado, todo al miso tiempo, cuando ESO sucede. Es algo repugnante, asqueroso, desagradable, vomitivo y siempre insospechado. Esas horribles alimañas abandonan sus putrefactas moradas y merodean a mi alrededor sabiendo que no puedo con ellas, conocedoras de mi pavor y de mi incapacidad para liquidarlas. Aprovechan mi estado de histeria para deambular por calles y casas con orgullo y deslizarse por paredes, suelo y plantas. Pasan sin disimulo cerca de mí jactándose de su superioridad, de su poder sobrehumano y de su victoria asegurada. Con el paso de los años, han aprendido que yo no me acercaré a ellas. Hace tiempo que me mostré incapaz si quiera de rociarlas con insecticida. Me rendí. Tal vez con un detonador sí las eliminaría, pero no se me ocurriría hacerlo de un modo tan directo. Sólo la idea del hipotético contacto directo me abruma. Sabe Dios que no les haré nada. Me remueve las tripas el simple hecho de imaginar, de visualizar apenas durante breves instantes su aspecto siniestro, su color mohoso. El silencio que les acompaña es un cómplice fatal, culpable de que mi corazón se acelere y se me seque la garganta cuando las encuentro ahí, sigilosas, tranquilas, meneándo sus pérfidas antenas. "Oh, no, otra vez no. Me marcho. Tú quédate ahí quietecita, que yo me esfumo. Tú ganas". Ese es el discurso que repito una y otra vez, invadida por unas ansias irrefrenables de correr y gritar al mismo tiempo. No cambian. Las sensaciones son las mismas, todos lo años, todas las veces. Y otra cosa igual: siempre me las encuentro yo. Por eso todavía las detesto más. Me buscan. Las malditas cu-ca-ra-... - no puedo seguir diciendo su nombre-  saben si voy a lavarme los dientes para colarse en el vaso del cepillo de dientes, si entro en la cocina a coger un plato para chulearme desde lo alto del platero, si estoy sola en casa para acorralarme... Lo saben todo sobre mí. Por eso las odio, las odio y las odio. Malditas sean.

3 comentarios:

  1. Ay... verano espanol !!

    Un abrazo, sigue escribiendo!!

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  2. MIRIAM Maraver Real6 de julio de 2011, 19:57

    Jajajajaja.. pero Elo, si eso le pegas un pisotón y desaparecen... jajajajaja...

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