La retirada del cuadro del Jefe de Estado del salón de plenos del Consistorio de San Sebastián está generando una polémica que no sé muy bien a qué viene. Vivimos en el año 2011, en un país donde ocurren cosas que generalmente no se tolerarían en otros lugares. Somos tan buenagentes que venimos aguantando desde hace décadas que nos den la patada en el culo un grupúsculo de políticos corruptos, de banqueros (mejor dicho, banqpiros) omnipotentes y asesinos de guante blanco, de pistola en la nuca o de impuestos revolucionarios. Así que, ¿a qué viene ahora tanto revuelo por la retirada del cuadro del Rey? ¿Es eso acaso un cruel asesinato? ¿Es que no sabemos quién está detrás de Bildu? ¿Es que ya no nos acordamos de que el Tribunal Constitucional autorizó que este partido "político" tuviese un hueco en las urnas en las pasadas elecciones municipales? ¿Tampoco sabían quiénes estaban detrás de Bildu los tres jueces que dimitieron de su cargo en esta institución pero que "supuestamente" vieron impedidos sus deseos por parte de instancias superiores?
¡JA, JA, JA! Me río yo de estas cosas. Lo del cuadro no es más que una anécdota, una simple gracieta o maniobra para distraer al españolito de a pie, que resiste impasible los achaques vengan de donde vengan: de Merkel o de Trichet (sustituido hoy por Mario Draghi). También recibimos complacientes las escandalosas decisiones austeras del estilo "cambiar señales de tráfico por un período corto de tiempo", con la que está cayendo.
Mientras tanto, en Monclolandia, todo en calma. Ya falta menos, sólo nueve meses, para hacer las maletas y buscar un refugio de paz y amor. No obstante, en Zarzuelandia, quizás estén un poco inquietos, a ver si entre este episodio y el numerito del Príncipe Felipe con los republicanos, a los súbditos nos va a dar por sentirnos indignados con la monarquía y vamos a pedir un referéndum en las plazas de los pueblos para que se vaya adonde mismo su abuelo Alfonso XIII. O a lo mejor ni eso, a lo mejor el Borbón, español de facto, es simplemente igual de bonachón, de pasota y desmemoriado que el resto de los españoles y simplemente va a dejar que pase el tiempo. Pues nada, si los ingleses tienen fama de puntuales y lo alemanes de calculadores, los españoles ya no somos los de la siesta, los toros y la guitarra, sino los desmemoriados y los buenagentes, sobre todo con quienes poco tienen que ver con los buenos sentimentos.
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