miércoles, 6 de julio de 2011

DIOR SIN DIOS

La firma Dior está en crisis. Dividida. Mutilada. Y lo está en dos partes irreconciliables: la de antes de John Gallliano y la de después de John Galliano. Sin él, nunca será la misma. Era de suponer, Dior era Dios con Galliano, la creación sublime, la explosión de belleza, lujo, colorido y ornamento por excelencia en el mundo de la alta costura. Galliano aportó a la casa la ostentación y el gusto por el derroche de majestuosidad. La maestría del director artístico se le fue por la boca a raíz de unos desafortunados comentarios, esgrimidos bajo efectos del alcohol y las drogas. Desafortunados sí, totalmente. Igual de reprobables que las actitudes de numerosas caras conocidas del mundo del espectáculo como Amy Winehouse (que no por eso es menos cantante ni menos valorada), o Kate Moss (que no por sus escándalos es menos modelo, pese a ser ejemplo a seguir de miles de adolescentes en el mundo). Resulta que Chanel pasa la mano a Moss pero Dior no ha perdonado a Galliano, entendiendo que a estos personajes se les trastoca la personalidad cuando consumen psicotrópicos o alcohol en exceso (que, por otro lado, no deberían tolerarse, pero eso daría ya para otro artículo).
A raíz de esta decisión sólo se me ocurre una pregunta ¿tan alto precio estaba dispuesta a pagar la firma por unos comentarios? La salida de Galliano de la casa Dior ha supuesto un cisma del que no se sabe cuándo se recuperará. Es probable que no se supere, visto el producto que ha mostrado el sustituto Bill Gaytten (que, por cierto, o ha aprendido poco del que fuera su maestro por lo que ha mostrado en París o mucho ha querido distanciarse de él para hacerse un nombre lo antes posible). Al parecer, Gaytten ha buscado la inspiración en referencias circenses. Los volúmenes han intentado asemejarse a los espectaculares VOLÚMENES de Galliano, pero ni a la suela del zapato han llegado. Los cortes, menos aún. Y ¿dónde quedan los brocados? Este año, la Semana de la Alta Costura de París no ha tenido el resplandor de antaño. Dios no ha estado, y por eso Dior no ha brillado.

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