lunes, 21 de noviembre de 2011

Cosas del 20N


En este día de balances se me antoja analizar con la mente templada, los periódicos más relevantes del país en la mesa y anotaciones en hojas de facturas de teléfono y agua la intensa jornada electoral de ayer. Mas no pretendo caer en lo que muchos medios han repetido hasta la saciedad, no quisiera llenar este espacio con vocablos rotundos, afirmaciones volubles ni dogmatismos varios al borde un ataque de nervios. Tras la batida de récords de los dos grandes partidos se esconden muchos ganadores de batallas. El primero, sin duda, Izquierda Unida, que no tenía días de gloria desde los tiempos de Anguita. Sin duda será un buen acicate para seguir adelante y evitar "institucionalizarse", como ha afirmado Cayo Lara. Se supone que la inyección de vida la ha supuesto el descontento con el gobierno que hasta ahora ha presidido Zapatero, aunque sería injusto atribuir esta subida a los anteriores votantes socialistas y menoscabar la importancia de las movilizaciones que desde hace tiempo vienen llevando a cabo desde las filas de IU. 

En estos días de parientes de riesgo y camaleones subyace un hecho llamativo: el aumento del voto nacionalista en las comunidades vasca y catalana, en las que la crisis se nota mucho menos que en el sur peninsular. Hay quienes se sorprenden de que CiU haya revalidado su triunfo "pese a los recortes". Evidentemente, los votantes de CiU están mentalizados de que para salir de ésta hay que hacer de tripas corazón. Sí. Todos tenemos que pagar los platos rotos. Son las vicisitudes de un sistema cuyas normas -por cierto- en el ámbito electoral hace aguas y no deja libertad verdadera a los partidos políticos. No sé si será lógico, pero justo desde luego no es lo que sucede con el partido de Rosa Díez. UPyD ha quintuplicado su número de votantes y se muestra como alternativa seria por la democracia, el progreso y la unión con una consecuencia inmediata: obtiene, pese a los votos, menos representación que los hijos de los hijos de los etarras. El partido de Rosa Díez merece entrar en el terreno de juego junto a los grandes del mismo modo que la victoria de AMAIUR deja al desnudo la amoralidad de los vascos que los han votado; tiene un sabor a sangre, a tiro en la nuca y a terror que no desaparece si quiera en el hipotético caso del perdón público. 

A propósito, a la menor participación de estos comicios hay que sumarle, entre votos en blanco y nulos, más de dos millones de votos. La abstención demuestra el pasotismo de quienes muchas veces critican hasta la saciedad a nuestra clase política. Desde aquí, animo a quienes no estén de acuerdo con ellos a hacer lo posible para mejorarla. También quisiera darle un toque de atención a Nieves Ciprés, líder del partido Derecha Navarra Española que ni siquiera se ha tomado la molestia de votar a su partido. Este nivel de pasotismo es ya más que preocupante.Al fin y al cabo, tal vez algún día nos demos cuenta de que hay cosas que sí se pueden mejorar, y de que a veces es posible castigar no solo al que pierde sino al que gana. Alfredo, pese a su brillante oratoria (si Demóstenes viviera sentiría verdadera envidia por él) y a sus argumentos basados en el consabido "que viene el lobo" debe ser muy buen amigo de sus amigos. Fíjense si no el favor que le ha hecho a Zapatero presentándose a unas elecciones que se sabían nunca iban a serles favorables. Rajoy tendrá la inmensa responsabilidad de gobernar un país moribundo ¿qué mayor castigo que ese?


A veces, una victoria no da la felicidad, sino más bien lo contrario: inquieta y preocupa.

1 comentario:

  1. "A propósito, a la menor participación de estos comicios hay que sumarle, entre votos en blanco y nulos" ... Otros no pudimos votar porque nunca nos llego el voto en el extranjero... Qué pais! Vergonzoso!

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