miércoles, 5 de octubre de 2011

El primer año (carta a Paloma)

Pilas, 6 de octubre de 2011.


Querida Paloma:




Han transcurrido 365 intensos días, pero han parecido un suspiro.


Días difíciles -sobre todos los primeros- , en los que agitadamente se mezclaron novedad, emoción, debilidad, admiración, respeto, responsabilidad y el más inmenso amor que se puede sentir en la vida. El amor hacia alguien que te pertenece, que ha estado dentro de ti durante cuarenta y dos interminables semanas, que te ha desvelado desde el mismo día en que supiste que estaba ahí dentro; que sentía todo lo que te ocurría e incluso te daba muestras de su carácter tan pronto como tuvo fuerzas.
Todos los días felices que has vivido a lo largo de tu vida quedan nublados por un recuerdo que te marcará el resto de tu vida: el momento en que tomas contacto con su piel, miras entre lágrimas esa carita que intenta torpemente mirar al mundo y le agarras con una fuerza que creías habías perdido después del largo esfuerzo físico.
Ella te siente por vez primera fuera de la bolsa acuosa y da muestras de su inmejorable condición física sonrosándose y estrenando exitosamente sus pulmones, su garganta, su nariz. También siente que está protegida porque tiene un padre que no ha abandonado ni un segundo a su mamá y la ha envuelto en una manta tras cortarle el cordón umbilical. Sabe que sus padres no estarán nunca solos porque sus tíos y sus abuelos son las personas más maravillosas del mundo y lo darían todo por ella, por verla sonreír cada día.
Desde ese momento una fuerza superior nace de lo más profundo del ser y te acompaña para que luches todos los días por conseguir lo mejor para ella, aunque, como le pasa a casi todo el mundo, eso no lo sabrá valorar hasta que no lo experimente por sí misma.
Tras la llegada a casa, te da la bienvenida un caos enigmático en el que solamente la paciencia, el tiempo y la familia íntima contribuirán a modelar y a esculpir hasta que obtiene forma de familia. Debes aprender a interpretar el llanto, el gesto, la necesidad de cada momento en muy poco tiempo; eso tampoco lo tuvieron fácil nuestros progenitores.
Día a día, esa personita va fijando su mirada en tu rostro e incluso te hace muecas que se asemejan a una risa. No dudas en cantarle -como aquel día soleado de enero, en el cuartito de estudiar, junto a la ventana- y lloras desconsoladamente de emoción porque se queda embobada cuando oyes tu voz. Ya no te importa si cantas mal o bien, simplemente cantas porque a ella le gusta y se entretiene; y porque le tranquiliza tu voz, tu olor y tus manos, las manos que siempre están ansiosas por tocarlas y a las que se les hace el día interminable si no las tiene cerca.
Las risas se hacen más presentes a medida que pasan los meses. Sonríe con los amigos, con la familia, con extraños...Y te hacen inmensamente feliz. Las muestras de carácter y las travesuras -hay quienes creen que no serán pocas- llegan tras el verano, de forma que te recuerdan lo importante que es prestarle la máxima atención en todo momento.


Ha pasado un año, el año más feliz y maravilloso de mi vida. Te quiero Paloma. Gracias por existir.




Tu madre. 

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