miércoles, 21 de septiembre de 2011

IDEAS PROVOCATIVAS. II parte de El país de Nunca Jamás (volverás a vivir igual)

Este fastidioso miércoles que comenzó de forma accidentada no creo que sea el último día en que se hable de la omnipresente crisis ni de sus causantes. Tampoco. Mientras escuchaba una canción de Miguel Bosé que me gusta bastante, y sin que ello haya tenido nada que ver en mis pensamientos que ahora pongo por escrito, se me ha ocurrido pensar en los tres posibles culpables de la existencia de la economía sumergida. Sí, ya lo sé, parece una continuación de mi anterior post, pero seguir metiendo el dedo en la llaga quizás sirva para que más de uno o una se dé por aludido/a y se anime a darme su opinión o razonamiento sobre tan invisible compañero de nuestra economía.
Mi duda (bueno, la duda sobre la que voy a escribir, ya que dudas tengo demasiadas y en multitud de ocasiones a lo largo del día) es: ¿quién es el culpable de que exista la economía sumergida? 
Hay tres presuntos.Y repito, presuntos; aquí no se va a juzgar nada ni a nadie (eso que lo hagan los jueces), se plantea por escrito una duda o un problema que nos afecta y del que no se opina ni se critica muy a menudo en los medios de comunicación habituales. 
Presunto 1: El más obvio y facilón: el gigante administrativo. Existe economía sumergida porque nadie en la Administración emplea los instrumentos adecuados para impedir que miles de personas se busquen las habichuelas diariamente en este genuino país, sin rendir cuentas al erario público. Acabo de acordarme de un mensaje que leí ayer, de un joven compañero de facultad que atribuía el cierre de dos importantes periódicos de una zona de Cádiz a que solamente el 1 por ciento de aquella población era la única que luchaba por la prosperidad del entorno. Me da a mí que esa minúscula cifra tiene algo que ver con quienes se acuerdan de Hacienda.
Presunto 2: El siguiente presunto culpable es el que trabaja de forma clandestina conscientemente. Bueno, lo de conscientemente admite matices, ya que quien lleva toda su vida trabajando de esta forma más tarde o más temprano tendrá contratiempos derivados de su precariedad. Aun así, la mayoría de este sector no se preocupa especialmente por esta posibilidad, regalando a sus interlocutores (cuando rara vez charlan sobre este tema) frases del tipo: "si todos lo hacen, ¿por qué yo no?" o "chuparé del bote hasta que la miel se acabe".  Cada cual puede actuar de forma libre, de ahí que quienes prefieran arriesgar y estafar estén en su derecho. Hay quienes señalan esta mentalidad a los cuarenta años de dictadura que hace casi cuarenta años tuvo este país; no obstante, este planteamiento no es válido si nos sentamos frente a quienes mantienen esta postura: la mayoría de este sector o no han vivido en la democracia o bien lo han hecho en su infancia. No me cuadra...
Presunto 3: El último presunto que saco a la luz es el presunto empresario que vende sus productos a sabiendas de que el comprador no lo declara o a quienes solicitan el servicio de los trabajadores ilegales. Duele, o al menos, escuece ¿a que sí? Este presunto es el más amplio y variado, así que quien esté libre de culpa, que tire la última piedra. 

Hasta aquí mis ideas provocativas de hoy. 

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