viernes, 3 de junio de 2011

Niños

Cerca de algún hotel grand resort en Cancún. Yatsy acaba de levantarse. No ha desayunado pero no le importa demasiado, está acostumbrada a tener el estómago vacío. Hoy quiere verse especialmente guapa, por eso se mira insistentemente en el espejo, se contonea, se insinúa ante su propia imagen. Se ha cambiado dos veces el peinado, se ha puesto una minifalda turquesa que le resalta el bronceado de su piel y ha optado por unas plataformas para estar más a la altura de las circunstancias. Se ha pintado de rojo intenso los labios, pero se los ha quitado enseguida. Ha cogido un pequeño bolso y se ha ido de casa. Al fin y al cabo, sabe que su principal atractivo no reside en su aspecto físico, sino en su edad. Tiene doce años y va a la búsqueda de clientes europeos y norteamericanos. Suelen cuadruplicarle la edad, pero eso no es ningún obstáculo para los pervertidos sexuales que cada día acuden en masa a buscar niñas para consumar relaciones sexuales.


En una aldea cualquiera de Chad.
Mbou tiene alrededor de siete años. No sabe leer ni escribir. No sabe jugar. En realidad tampoco sabe quién es su madre. Alguien le contó que la violaron y la asesinaron unos soldados de la tribu rival delante de él, pero sólo tenía unos tres años y no lo recuerda. Le dijeron que a su padre lo habían apresado y que su madre gritó mucho durante la tortura. A él lo dejaron solo y no paraba de llorar, pues estaba aterrorizado. Un anciano se lo llevó y lo entregó a los guerrilleros porque no podía ocuparse de él. Lo que mejor se le da es disparar. Lo ha aprendido de su hermano mayor. Sabe que la única opción que le queda es acertar; de lo contrario, el enemigo puede acabar con él. No sabe lo que es un abrazo y nunca ha escuchado música.


Aledaños de una urbanización irlandesa.
Owen tiene trece años. A los diez dejó de hablar. Las violaciones reiteradas y palizas propinadas por su padre, un depravado mental que ha sido recientemente encarcelado han hecho mella en su corta pero trágica vida. De vez en cuando se asoma por la ventana y ve a los niños correr y dar paseos en bicicleta, pero no es capaz de salir con ellos porque tiene miedo de que su padre pueda aparecer por alguna esquina. Él siente una vergüenza infinita por todo lo que le ha pasado, a pesar de que los psicólogos lo intentan animar y le repiten constantemente que él no tuvo la culpa de nada. Su madre descubrió los hechos a raíz de una serie de pesadillas que por las noches le hacía sollozar y decir "¡no, papá! no lo hagas otra vez, por favor, ¡me duele!, ¡me duele!". Antes de todo eso era feliz, sobre todo cuando jugaba al fútbol con sus primos y amigos porque era el que más goles metía. Su abuelo le decía que seguramente sería futbolista de mayor, pero ya no tiene esa ilusión.


Una esquina de la calle Diagonal de Barcelona.
Stefan tiene seis años. Tiene unos ojos azules inmensos, vivos y brillantes. Es búlgaro y su padre lo ha enseñado a robar carteras. Está muy contento porque al día es capaz de sustraer hasta tres sin problemas, principalmente porque es muy menudo y delgadito; se escabulle entre la multitud y rara vez es pillado. Cuando lo han visto, lo han soltado; él sabe que lo le puede pasar nada, pero su padre se enfada muchísimo y le da correazos por todo el cuerpo. A veces se queda embobado mirando a los niños que comen helados y que ríen con sus padres. Su padre nunca le ha comprado un helado porque tiene que darle casi todo el dinero que él roba a los turistas a sus jefes. Ellos tienen coches lujosos, negros y brillantes.


 ¿Qué estamos haciendo con los niños? ¿Por qué seguimos permitiendo estos abusos? ¿Qué puede hacer una sociedad tan moderna y avanzada como la nuestra para evitar la explotación infantil? Quizá no basten los Objetivos del Milenio, ni la Declaración de Derechos Internacionales del Niño. Puede que ni siquiera el trabajo voluntario de cooperantes y miembros de ONGs sea suficiente, porque hechos como los que se han descrito anteriormente no son más que una minúscula parte de un entramado gigantesco de acciones que hipotecan las vidas de quienes mañana gobernarán el mundo.
Es bochornoso vivir en una sociedad minada de personas capaces de maltratar, violar o extorsionar a los menores, porque los están marcando de por vida, les están robando su identidad, su felicidad, su niñez, su vida. Los niños que crecen en ambientes plagados de violencia no van a aspirar por lo general a combatirla, sino a perpetuarla; aquellos que han sido violados difícilmente van a tener una vida sexual dignay los que han sido presa de mafias para delinquir no saben lo que es la libertad.
Ante este complejo y duro panorama sólo cabe la esperanza de que las acciones que se están llevando a cabo por parte de organismos internacionales se multiplique por mil. Sólo así los millones de niños que viven en lamentable situación económica, sanitaria y cultural podrán gozar de sus derechos. Naciones Unidas proclamó en la Declaración Universal de Derechos Humanos que toda persona tiene todos los derechos y libertades enunciados en ella, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, opinión política o de cualquiera otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición. A saber:

"Principio 1
  • El niño disfrutará de todos los derechos enunciados en esta Declaración. Estos derechos serán reconocidos a todos los niños sin excepción alguna ni distinción o discriminación por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento u otra condición, ya sea del propio niño o de su familia.

Principio 2
  • El niño gozará de una protección especial y dispondrá de oportunidades y servicios, dispensado todo ello por la ley y por otros medios, para que pueda desarrollarse física, mental, moral, espiritual y socialmente en forma saludable y normal, así como en condiciones de libertad y dignidad. Al promulgar leyes con este fin, la consideración fundamental a que se atenderá será el interés superior del niño.

Principio 3
  • El niño tiene derecho desde su nacimiento a un nombre y a una nacionalidad.

Principio 4
  • El niño debe gozar de los beneficios de la seguridad social. Tendrá derecho a crecer y desarrollarse en buena salud; con este fin deberán proporcionarse, tanto a él como a su madre, cuidados especiales, incluso atención prenatal y postnatal. El niño tendrá derecho a disfrutar de alimentación, vivienda, recreo y servicios médicos adecuados.

Principio 5
  • El niño física o mentalmente impedido o que sufra algún impedimento social debe recibir el tratamiento, la educación y el cuidado especiales que requiere su caso particular.

Principio 6
  • El niño, para el pleno y armonioso desarrollo de su personalidad, necesita amor y comprensión. Siempre que sea posible, deberá crecer al amparo y bajo la responsabilidad de sus padres y, en todo caso, en un ambiente de afecto y de seguridad moral y material; salvo circunstancias excepcionales, no deberá separarse al niño de corta edad de su madre. La sociedad y las autoridades públicas tendrán la obligación de cuidar especialmente a los niños sin familia o que carezcan de medios adecuados de subsistencia. Para el mantenimiento de los hijos de familias numerosas conviene conceder subsidios estatales o de otra índole.

Principio 7
  • El niño tiene derecho a recibir educación, que será gratuita y obligatoria por lo menos en las etapas elementales. Se le dará una educación que favorezca su cultura general y le permita, en condiciones de igualdad de oportunidades, desarrollar sus aptitudes y su juicio individual, su sentido de responsabilidad moral y social, y llegar a ser un miembro útil de la sociedad.
  • El interés superior del niño debe ser el principio rector de quienes tienen la responsabilidad de su educación y orientación; dicha responsabilidad incumbe, en primer término, a sus padres.
  • El niño debe disfrutar plenamente de juegos y recreaciones, los cuales deben estar orientados hacia los fines perseguidos por la educación; la sociedad y las autoridades públicas se esforzarán por promover el goce de este derecho.
Principio 8
  • El niño debe, en todas las circunstancias, figurar entre los primeros que reciban protección y socorro.

Principio 9
  • El niño debe ser protegido contra toda forma de abandono, crueldad y explotación. No será objeto de ningún tipo de trata.
  • No deberá permitirse al niño trabajar antes de una edad mínima adecuada; en ningún caso se le dedicará ni se le permitirá que se dedique a ocupación o empleo alguno que pueda perjudicar su salud o su educación o impedir su desarrollo físico, mental o moral.
Principio 10
  • El niño debe ser protegido contra las práticas que puedan fomentar la discriminación racial, religiosa o de cualquier otra índole. Debe ser educado en un espíritu de comprensión, tolerancia, amistad entre los pueblos, paz y fraternidad universal, y con plena conciencia de que debe consagrar sus energías y aptitudes al servicio de sus semejantes".

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Puede dejar su comentario. En el menor tiempo posible serán revisados y publicados, siempre y cuando respeten la libertad de opinión de quien escribe y no contengan insultos o improperios. Muchas gracias por su comprensión.